El día 26 de febrero celebramos la fiesta de la fundación de la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna.
Para ser más exactos, celebramos 188 años desde que Joaquina de Vedruna ideara un proyecto que comenzó como una apuesta personal y se convirtió en lo que es hoy día: una realidad educativa que atiende a miles de personas en todo el mundo.
Detrás de todo PROYECTO tiene que haber una persona o un grupo que lo haga posible, que se lo crea, que confíe y apueste decididamente por él. En este caso concreto, la primera que apuesta por este proyecto es Joaquina de Vedruna, pero, como es lógico, mantenerlo durante tanto tiempo ha sido y es también tarea de muchísimas personas.
¿Pero, cuál fue el PROYECTO de Joaquina de Vedruna hace 188 años? ¿Qué pretendía? Algo muy ambicioso: ni más ni menos que los más desfavorecidos gozaran de una OPORTUNIDAD que la realidad del momento les negaba. Deseaba que las niñas de aquella época (principios del XIX) pudieran EDUCARSE y que los más enfermos, los desahuciados, tuvieran un lugar donde estar y recibir tratamiento médico.
Impulsar un PROYECTO de tal magnitud no era una tarea fácil, pero si añadimos que se trataba de una MUJER, la dificultad aumentaba exponencialmente. Pero no por ello Joaquina desistirá, sino que las dificultades las va a encarar con toda la energía que le queda creando treinta comunidades religiosas hasta el día de su muerte, comunidades que se multiplicarán posteriormente por todo el mundo defendiendo y revitalizando un PROYECTO que se ha mantenido vivo durante todo este tiempo gracias al trabajo de muchísimas personas.
Para que un deseo se convierta en realidad hace falta creer ciegamente en él e impulsarlo con convicción. Ese fue el papel de Joaquina y eso es lo que celebramos en esta semana: que Santa Joaquina, una mujer que podía haber pasado desapercibida, con valentía, fe y lucidez, pasa a la historia de la humanidad.
Nuestro deseo es que vivamos con la alegría de sabernos miembros de una familia y de un proyecto.
Departamento Pastoral.
Un grupo de alumnas de 2º ESO son las encargadas de revivir los acontecimientos que sucedieron el 26 de febrero de 1826. Cuentan la historia tal y como sucedió a todos los alumnos del colegio. Este es el texto:
Las campanas de la Catedral de Vic repican alegres. Toma posesión de la Diócesis un nuevo Obispo: Pablo Corcuera. Viene de Cádiz, y como buen andaluz es muy devoto de la Virgen, y de la Virgen del Carmen sobre todo. Los acontecimientos van rápidos.
– ¿Qué una señora quiere fundar una nueva familia religiosa?
– Sí, señor Obispo.
– Inmediatamente. Yo la ayudo. Me encargo de solucionar sus posibles problemas.
– Entonces ¿Qué le decimos?
– Nada. La cosa está hecha. Será una Congregación de Carmelitas: la Virgen del Carmen será su patrona.
– …?
– Sí, sí: para ayudar a los pobres, a los enfermos, a los niños, a los jóvenes. Que venga a verme la viuda de Mas. La espero con impaciencia.
Y el Obispo le dio permiso para reunir un grupo de chicas que también deseaban entregarse a Dios y a los necesitados. Pero antes, ella misma se consagró al Señor con tres votos, tres promesas, tres compromisos para siempre: OBEDIENCIA, POBREZA Y CASTIDAD. Era el día de Reyes de 1826.
Su casa de Vic le pertenecía: sus hijas eran llamadas por Dios a los conventos de Pedralbes y Vallbona. Es verdad que sugirió la posibilidad de quedarse en esa Congregación que iba a fundar su madre, pero ésta no quiso para poder ofrecer a Dios este último sacrificio.
Y llegó la mañana del 26 de febrero de 1826. El grupo estaba formado por nueve jóvenes, pobres, sencillas… Acudieron al alba a la iglesia de los Capuchinos; allí se habían dado cita aquel día. Y comenzó la obra con un Vía Crucis. Después, la Misa; después llegar a casa, el Manso escorial… y cuando se acercó la hora de comer, saciar el apetito con “farinetas”, puesto que no había medios para más.
Todo sencillo, normal, sereno, como la vida…
Una nueva Familia Religiosa en la Iglesia; una nueva Familia que habría de extenderse por España, América, por Asia, por África…