Si echo la vista atrás y comienzo por recordar cómo empezó todo, diré que cada una de las personas que entraban a la biblioteca aquel día tenían una mezcla de timidez, incertidumbre, preguntas como «¿dóndo me he metido?», «¿qué tengo que decir?»
A los pocos minutos el ambiente era distendido. Y es que un libro que es capaz de ahondar en los sentimientos más profundos, que es capaz de hacernos reír a carcajadas, de hacernos cómplices de sus personajes…es un ejemplo del milagro que produce el hecho de que la lectura es capaz de cambiarte la vida, aunque solo sea un ratito. No nos conocíamos de nada y los encuentros se conviertieron en momentos altamente gratificantes, pues cada opinión dada desde el respeto ha hecho posible que se pongan encima de la mesa diferentes puntos de vista de los que hemos aprendido todas las personas que hemos formado parte de este club.
Todas coinciden en que se han sentido a gusto, que están deseando volver a repetir y dan las gracias al Departamento de Lengua y al colegio por promover esta iniciativa.
Yo debo dar las gracias porque me han enseñado mucho. El club estaba formado por personas ávidas lectoras, por lectoras, por lectoras que fueron y ahora han retomado este sano «vicio» y por personas que nunca habían leído y ha sido todo un lujo verlas asistiendo a la reunión con el libro elegido y otro bajo el brazo ya leído a medias. Todas han sorprendido a sus hijos, las ven leyendo incluso sin tener tiempo apenas. Y es que cuando algo te atrapa de verdad, siempre encuentras un momento para disfrutarlo.
No es un grupo cerrado. Así pues, os emplazamos para el curso que viene.
Mientras tanto, podéis ir leyendo la trilogía del «Club de los viernes»: «El club de los viernes» , «El club de los viernes se reúne de nuevo» y «Celebración del club de los viernes» de Kate Jacobs.